Para quienes saben de su existencia, un pequeño rectángulo negro en el techo del vestíbulo principal en la Grand Central Terminal puede servir de juego al estilo "¿Dónde está Wally?".
El pasado sábado 1 de Octubre, se cumplieron 13 años de la mayor rehabilitación de la Grand Central Terminal, una rehabilitación que comenzó en 1996 y que duró dos años. Las obras se iniciaron con la limpieza del techo de escayola del vestíbulo con un proceso sencillo: se aspiró la suciedad, a continuación se lavó con agua y jabón y se volvió a pintar. De esta forma el techo del vestíbulo, que representa el cielo con sus constelaciones, recobró su esplendor.
El techo, al igual que las paredes, habían quedado ennegrecidos tras años de dejadez y falta de mantenimiento. Esta suciedad se creía que se debía a la acumulación del humo proveniente del carbón y el diesel de los trenes, sin embargo, un análisis en el laboratorio reveló que en realidad era producto de la nicotina y el alquitrán del tabaco. Para que quedara constancia del antes y el después de la restauración, se decidió dejar un pequeño rectángulo sin limpiar en el techo para que recordase lo que no debería volver a suceder.
La reforma de final de los años 90 costó $250 millones empleando a 2.000 trabajadores. En la actualidad el mantenimiento de la Grand Central Terminal cuesta $12 millones al año.
Cuando regrese a la Grand Central y vuelva a admirar el cielo del vestíbulo, fíjese en el pequeño rectángulo negro situado encima del balcón oeste ocupado por el restaurante Michael Jordan's The Steak House N.Y.C., comprobará que la rehabilitación de la Grand Central Terminal bien mereció la pena.