Los atentados del 11 de Septiembre de 2001 fueron los hechos más trágicos de la historia de Estados Unidos. Las imágenes de los aviones estrellándose contra las Torres Gemelas del World Trade Center quedarán siempre en la memoria de todos los que las presenciamos impotentes ese día en la ciudad o a través de la televisión. Sin embargo, no era la primera vez que un avión impactaba contra un rascacielos en Nueva York. Más de medio siglo antes, un avión se había estrellado contra otro símbolo de la ciudad, el Empire State Building.
El 28 de julio de 1945, un bombardero bimotor B-25 Mitchell llamado 'Old John Feather Merchant' despegaba a las 8:55am desde Bedford (Massachusets) con destino el aeropuerto de Newark (Nueva Jersey). El aparato era pilotado por el teniente coronel William Franklin Smith Jr., de 27 años de edad, veterano condecorado con la Cruz de Vuelo Distinguido, la Medalla Aérea y la Cruz de Guerra de Francia, que había regresado hacía un mes de la guerra en Europa donde había participado durante 18 meses en más de 50 misiones en Alemania y Francia; le acompañaban el sargento Christopher Domitrovich de 31 años y el mecánico de aviación Albert Perna de 19 años, que había aprovechado el vuelo para desplazarse hasta Nueva York y acompañar a sus padres tras el fallecimiento de su hermano en el ataque suicida japonés contra el destructor USS Luce. La misión del vuelo era recoger en Nueva York al Comandante de Smith y juntos continuar viaje hasta el nuevo destino de ambos en la Base Aérea del Ejército de Sioux Falls, Dakota del Sur.
A pesar de las malas condiciones climatológicas, Smith decidió volar bajo las reglas de vuelo visual (VFR) confiando en su experiencia. Cuando el avión se aproximaba a la ciudad de Nueva York, pidió permiso a la torre de control del aeropuerto LaGuardia (entonces llamado Aeropuerto Municipal de Nueva York) para continuar hasta Newark. Desde LaGuardia le informaron que, a consecuencia de la niebla, la visibilidad era baja, de apenas 3 kilómetros, aconsejándole que no siguieran hasta Newark y que aterrizara en ese mismo aeropuerto: "Desde aquí ni siquiera puedo ver la parte superior del Empire State. Le sugiero que aterrice aquí". "Roger" contestó Smith, siendo éste el último contacto que mantuvo con la torre de control. Eran las 9:45am. A partir de ese momento se desconocen cuáles fueron las intenciones del piloto.
Se cree que el coronel Smith hizo caso omiso de las recomendaciones que acaban de darle los controladores aéreos y continuó hacia el aeropuerto de Newark. Al acercarse a Manhattan el piloto pudo tomar equivocadamente como referencia algún edificio, puente o río que le hizo pensar que se aproximaba a Newark y bajó el tren de aterrizaje. Cuando el avión llegó a Manhattan volaba a tan sólo unos 150 metros de altura para horror de los neoyorquinos que vieron cómo el aparato enfilaba la Quinta Avenida a muy baja altura. Al darse cuenta de su error, el comandante Smith intentó elevar el avión desesperadamente, pero era demasiado tarde. A las 9:49am, el bombardero B-52 con sus 10 toneladas de peso y una velocidad de 360 kilómetros por hora se estrelló contra la fachada norte del Empire State Building, entre los pisos 78 y 79. El choque provocó una fuerte explosión del combustible del avión junto con el gas del propio edificio, y un gran incendio.
Afortunadamente, era un sábado de verano y en el edificio sólo había unas 1.500 personas de las 15.000 que suele haber en un día normal entre semana. Los tres ocupantes del avión murieron al instante. Diez personas más, 9 de ellas empleados de la Conferencia Nacional de Asistencia Social Católica que se encontraban en la planta 79, murieron también en el acto. Una de las víctimas, Paul Dearing, de 40 años, saltó por una ventana del piso 79, al parecer, intentando escapar de las llamas, siendo su cuerpo encontrado en la repisa de la planta 72 del rascacielos. Otra de las víctimas fue Joseph Fountain que sufrió graves quemaduras muriendo pocos días después en el hospital. En total se contabilizaron 14 víctimas mortales y 26 heridos. Los fallecidos fueron: William Franklin Smith Jr., Christopher Domitrovich, Albert Perna, Paul Dearing, Patricia O'Conner, Mary Lou Taylor, Anne Garlach, Maureen Maguire, Margaret Mullins, Mary Kedzierska, Jeanne Sozzi, John Judge, Lucille Bath y Joseph Fountain.
El avión había producido un agujero en el edificio de 5.5 metros de altura por 6 de anchura y había arrasado todo en el interior de las dos plantas. Uno de los motores de 1.200 kilogramos de peso cayó por el hueco de uno de los ascensores hasta el sótano dejando tras de sí un reguero de combustible ardiendo hasta la planta 75. El otro motor y parte del tren de aterrizaje atravesaron longitudinalmente el edificio, saliendo por la fachada sur del rascacielos y yendo a caer sobre el ático de un escultor en la planta 13 del edificio Waldorf que se encontraba enfrente incendiándolo. Por suerte no hubo víctimas. Restos del fuselaje del avión fueron encontrados en un radio de 4 manzanas.
En el ascensor número 6 se encontraba la ascensorista Betty Lou Oliver, de 20 años de edad, que ese mismo día iba a dejar su trabajo para reunirse con su marido que regresaba de la guerra. Cuando el avión se estrelló, Betty Lou acababa de llegar a la planta 75 saliendo despedida por el pasillo debido a la explosión. Dos mujeres que se encontraban en una oficina de esa misma planta atendieron a Oliver y la ayudaron a montarse en otro ascensor para que llegase al vestíbulo junto con otra mujer también herida por la explosión. En el mismo momento que cerraron las puertas del ascensor, éste se precipitó al vacío hasta el sótano. Milagrosamente, Betty Lou Oliver fue rescatada con vida aunque con graves heridas en su columna vertebral y ambas piernas. Tardó ocho meses en recuperarse completamente y se convirtió en la única persona que ha sobrevivido a la caída dentro de un ascensor desde tanta altura, unos 300 metros. La otra mujer que viajaba en el ascensor también fue rescatada con vida pero murió poco después. El freno de emergencia hidráulico, los restos de cables enrollados en el foso y el aire comprimido al descender la cabina a alta velocidad hizo que la caída fuera de forma amortiguada.
Uno de los testigos del accidente fue Donald Maloney, un joven sanitario de la guardia costera de 17 años que se hallaba cerca del Empire State. Maloney tuvo que acudir rápidamente a una farmacia cercana y convencer al empleado para que le suministrara jeringuillas, morfina y material de primeros auxilios. Luego regresó corriendo al lugar del accidente y fue el primero en asistir a los heridos incluida Betty Lou Oliver.
Los trabajadores que se encontraban en las plantas superiores a las del accidente y unos 60 visitantes que estaban en el observatorio de la planta 86, fueron rescatados ilesos por la escalera de incendios. A pesar de los daños en el edificio, algunas de las oficinas del Empire State volvieron al trabajo como de costumbre el lunes siguiente. El accidente ocasionó daños por valor de $1 millón, pero los obreros consiguieron reparar el edificio en sólo tres meses.
Vídeo
Este accidente en el Empire State Building contribuyó a mejorar el diseño de los rascacielos contra grandes impactos. Los arquitectos del World Trade Center tuvieron en cuenta el accidente del Empire State a la hora del diseño de sus rascacielos, pero desgraciadamente hubo un cúmulo de factores no previstos que produjeron el debilitamiento estructural hasta el punto de su derrumbe, como todos recordamos.